Reflejo

Thursday, August 16, 2007

He perdido para siempre...


...el miedo a "La invasión de los vampiros"

El viernes pasado llegué a la casa a encender la tv (como siempre) y a cambiarle al ciclo de cine mexicano que tanto me gusta (bueno no todas) y ¡oh sorpresa! estaba la película de "La invasión de los vampiros" que tanto miedo me inspiraba de niña, recordando eso pensé en cambiarle de canal pero pudo más la curiosidad y terminé viéndola.

La siguiente hora pasé esperando la escena que tanto me horrorizaba y nunca llegó, para sorpresa mía el miedo desapareció y dió lugar a sonrisas al ver al conde "Frankenhausen" convertido en un murciélago de utilería más falso que un billete de 3 pesos volando sostenido por un hilo nada transparente, lo que más me llamó la atención fué el protagonista masculino.

Y no me arrepiento de verla pues es parte de mi infancia y del verdadero terror que experimentaba de niña (en especial a los vampiros); en esa época fué sonada una noticia de "un vampiro encontrado en Tacuba" (en serio así la publicaron) y yo vivía angustiada pensando que en cualquier momento aparecería por la ventana para clavarme sus afilados colmillos, hasta el presente no me gustan las cortinas transparentes porque siento que me observan desde afuera. Ahora mis miedos han cambiado y le temo más a los vivos que a los muertos.

No puedo decir oh decepción porque en su momento esta película fué muy intensa para mí (ahora veo cuan más ingenua era); pero me hace dudar en volver a ver mi favorita "SANTO contra las mujeres lobo" o quedarme con el recuerdo del terror que nos provocaba a mis hermanas y a mí, tanto que acabábamos sobre la cama envueltas en cobijas rogando que a las temidas mujeres lobas no se les ocurriera acercarse por Tacuba.

Friday, August 03, 2007

Manías

Envase de fresa con tapa de fresa

"Si piso la raya: mejor la brinco. El problema era cuando me tocaba un piso de adoquín, o me olvidaba de mi manía o aprendía a volar; y cuando por ir viendo el piso todo el tiempo me atoraba en unos cables que están en diagonal (me pasaba seguido). Desde pequeña (lo sigo siendo) he conservado manías que sólamente las personas más cercanas a mí conocen.
Estar de ociosa o esperando algo implica que ya estoy contando cuantas secuencias puedo vislumbrar: las ventanas de una casa, los cuadros del piso, las divisiones de los gabinetes empotrados en el plafón, los carros que pasan; y si voy de copiloto en una carretera en la obscuridad las rayas blancas intermitentes son mi entretenimiento: a contar.
En casa consumimos yogurth en envases de 1 lt. y guardo los envases con su respectiva tapa: envase de fresa con tapa de fresa y de la misma marca. Si no son iguales no los guardo y las tapas pueden estar paseando por toda la casa sirviendo de juguetes a mis hijos hasta que encuentro su envase y las rescato del olvido.
Uno de mis cuñados se divierte viéndome comer mandarina; todo un rito: pelar la mandarina, quítale los pellejitos antes de separar gajo por gajo, abrir cada gajo, quitarle la piel y semillas y comerse la pulpa. Sí, se que es un desperdicio porque le quito la fibra pero para mí es un placer seguir todos estos pasos, disfruto enormemente todo el proceso y si no la como así no me sabe igual; cuento los meses que faltan para poder ver mandarinas en el mercado (es de las pocas cosas que me gustan de la época de frío) y sentarme a disfrutar de una.
Mi mamá es culpable en parte de esa forma de comer fruta, ella no enseñó a quitarle las semillas a la sandía con un cuchillo antes de consumirla, a comer toronja cortándola en 2 partes y colocando una de ellas en un plato, a delinear cada gajo con un cuchillo para posteriormente espolvorearle azucar y sacar el gajo con una cucharita cafetera. Mi mamá nos enseñó a complicarnos la vida al comer fruta.
Otra: acomodar la ropa por tipo: playeras de manga corta en un cajón, de manga larga en otro, pantalones en otro; y en cada cajón acomodadas por colores. Vestir a los niños de color semejante (de a gemelitos como nos hacía mi madre y no es por venganza) y si yo tengo ropa de color semejante también me incluyo.
En la facultad, al tiempo que los profres daban clase pintaba mis cuadernos de cuadrícula chica con rayas de colores (adoraba las plumas rosas, azules, lilas, naranjas, etc.) y juro que sí los escuchaba; si los veía a la cara terminaba contándoles las pecas o barros y prefería adornar mis apuntes que eran cotizados por los compañeros, seguido estaban de gira entre ellos; me pregunto qué hacían entonces los inútiles en clase.
En el CCH lo que hacía era dibujar hojas (cuadriculadas también) para usarlas como separadores de cada materia porque usaba carpeta y el presupuesto no me daba para comprar separadores plásticos, pero me lucía y me los chuleaban también, aún los guardo. Eso sí, siempre de cuadro chico (el grande lo repelo) y rellenaba cuadrito por cuadrito hasta formar figuras y letras con pluma negra, aun no descubría las fabulosas plumas de color.
Conclusión: y no me acuerdo de todas, aún me faltan, pero son parte de mí.