Reflejo

Tuesday, October 31, 2006

Día de muertos

Desde siempre me ha encantado ir a los mercados, es uno de esos placeres sensoriales múltiples, la variedad de colores, olores, texturas, la viveza de los sonidos y el gusto de probar cuanto nos ofrezcan(aunque no todo nos guste), es una experiencia inigualable. Cuando era una niña mi madre daba clases en una escuela cercana al Mercado de Tacuba, mismo que frecuentábamos; en la parte lateral estaba ubicado el pasillo de jarciería y juguetes típicos mexicanos (de hoja de lata, madera, plástico, barro) donde lo mismo se conseguían luchadores de plástico que baleros, trompos, cazuelitas de barro, etc., allí mi amá conseguía sartencitos pequeños en los cuales nos preparaba hot cakes miniatura (¡que paciencia!) y sillitas de madera con asiento y respaldo tejidos en plástico donde nos sentaba mientras esperábamos turno para que nos bañara.

Cada año por estas fechas en la nave central se colocaban los puestos para poner la ofrenda, hasta el momento no he visto mercado que iguale la cantidad de figuritas de azucar simulando guisados (pollo con mole, pan de muerto), los ataudes de cartón con su calaca de cabeza de garbanzo, las calaveritas de azúcar de todos tamaños, las de chocolate que aún eran escasas y más caras, el papel de china y manojos de flores rojas, blancas y el tradicional amarillo del cempazúchitl, cuyo olor me fascina.

Curiosamente mi mayor miedo en esta vida es a la muerte, sin embargo el ritual que cada año se lleva a cabo el día 1 y 2 de Noviembre me atrae sobremanera y sigo la tradición año con año puntualmente. Hace tiempo que no voy al mercado de Tacuba en día de muertos pero cada año frecuento otros cercanos para adquirir las cosas que llevará la ofrenda. Esta fecha se me hace una curiosa mezcla de irreverencia y profundo respeto por los difuntos; el simbolismo de los 4 elementos representados en fuego(velas), agua, tierra (cempazúchitl), aire (papel picado), los huesos del muerto (pan), la hermosa conjunción de los colores sin timidez y la veneración a quienes físicamente ya no están me hacen sentir que aun cuando yo muera (brrrr) no me iré del todo y ojalá viva a través del recuerdo de alguien que me aprecie y extrañe.

Ponemos la ofrenda para que esté lista el 31 en la noche y reciba a los muertos niños y el 2 a los adultos, cuidamos que tenga agua, sal, pan, calaveritas, flores, veladoras y si se puede fruta o comida. Quiero que mis hijos hereden esta tradición, ahora ellos nos acompañan; y se impresionan de ver tantas figuras nuevas, sus manitas no paran, comen calavera de gomita y estrujan el papel picado.
Bienvenidos nuestros muertos.
No temas de los muertos, los vivos, esos sí son peligrosos




2 Comments:

Blogger quique ruiz said...

Hay una tradición que no es gringa, que he visto en el DF, que no he visto ni en Oaxaca ni en Veracruz y que no me gusta para nada: la petición de calaverita de los niños.
¿Cuándo eras niña ya existía tal cosa?

1:42 PM  
Blogger Citlalic said...

De lo que yo me acuerdo en el DF no, creo que es más reciente. Sin embargo desde niña en Tlaxcala vi algo semejante en el pueblo de mi papá:los niños se disfrazan como pueden con ropa de adultos, cajas de cartón o sombreros en la cabeza y pasan a las casas a bailar "la osa", uno baila y otro toca una olla haciendo la música; en cada casa les dan pan, fruta o dulces, nunca dinero.El niño disfrazado simboliza a la osa que baila.

8:16 AM  

Post a Comment

<< Home